Para todos aquellos que sufrimos la desmesurada fiebre por
la compra y el coleccionismo de libros o simplemente estás en busca de información para tu aso práctico, la vetusta Ciudad de México ha
sido un verdadero paraíso por la abundancia y variedad de negocios dedicados a
la venta de libros usados, los cuales tienen en ocasiones una procedencia
oscura e inenarrable; en ellos se entretejen historias que esconden pleitos de
herencia, robos, angustias económicas y otras mucha anécdotas, que dan por
resultado el que nuestros viejos amigos, los libros de segunda mano,
aparezcan en el mercado una y otra vez.
Ya con anterioridad, algunos estudiosos han hecho
importantes publicaciones como la de Libros y libreros en la Ciudad de
México que nos relata especialmente la empresa de editar y
vender estos vehículos de cultura, particularmente en la época colonial;
así también, hay quien nos describe a los libreros anticuarios, la categoría
más alta y sofisticada de los comerciantes de libros de segunda mano, quienes
por sus conocimientos y especialización se dedican al tráfico de ediciones
raras y valiosas que alcanzan precios estratosféricos.
En esta ocasión centraremos nuestra atención en los sencillos
vendedores de libros usados, de viejo o de segunda mano, los que con orgullo y
dedicación, diariamente o en las ventas semanales y dominicales, ofrecen toda
su mercancía a los curiosos e interesados. Nuestra experiencia personal se
remonta a mediados del siglo pasado, cuando existían en la Ciudad de México
numerosos vendedores de libros usados que tenían su ubicación especialmente en
el Centro
Histórico; algunos de ellos nos relatan cómo sus antecesores
ejercían su oficio en el desaparecido Mercado del ex Volador,
en el espacio que hoy ocupa el edificio de la Suprema Corte de Justicia, adonde
los había trasladado el Gobierno de la ciudad, después de que desapareciera el
terrible Parían que afeaba la Plaza Mayor de la urbe.
Hay que decir con franqueza que en el pasado, practicar el
delicioso arte de la compra de libros antiguos era una actividad que podían
realizar hasta los estudiantes de escasos recursos, ya que los precios eran
razonables, además de que, en efecto, tanto las librerías de usado como los
puestos de La Lagunilla solían ser auténticos paraísos donde los bibliómanos,
los aficionados, los recién contagiados del virus del coleccionismo, así como
dos o tres despistados podían descubrir tesoros de la bibliografía mexicana e
internacional, joyas de edición rara y curiosa o simplemente ediciones
agotadas. Hoy día, por fortuna, la Ciudad de México sigue siendo un campo
fértil para el negocio de los libros de segunda mano. Si bien muchas librerías
han desaparecido y viejos amigos han emprendido el obligado camino de la
oscuridad que marca el fin de nuestros días, es cierto también que los
descendientes de estos libreros continúan con el negocio, y para comprobarlo
simplemente hay que recorrer uno de los tramos de la calle de Donceles,
donde los hermanos López Casillas poseen importantes negocios con mercancía de
toda calidad, al igual que la calle de Cuba, en donde Toño Vélez se encarga
ahora de "Los Clásicos".
Debe mencionarse, además, que con el tiempo, algunas
librerías de segunda mano han rebasado los límites del Centro Histórico; así,
en diversas colonias como Santa María La Ribera, la Roma y aun en la lejana Calzada de Tlalpan,
existen locales que ofrecen la preciada mercancía; igualmente surgen nuevos
libreros anticuarios, como don Enrique Fuentes Castilla de la Librería Madero,
que eligen aquellas piezas de colección y saben procurarse una distinguida
clientela que aprecia en lo que vale esta casta de conocedores de tan
especializada actividad: la venta de las joyas bibliográficas.
Aquí te dejamos un mapa para que ubiques estas librerías:
(Haz click en la imagen para verlo a detalle)
Aquí te dejamos un mapa para que ubiques estas librerías:
(Haz click en la imagen para verlo a detalle)